top of page

​

WARAO

 

 

 

El término warao viene de la unión de dos palabras de dicha lengua: wahibaka arao, o Gente de curiara: son considerados sobrevivientes actuales de grupos mesoindios, su origen es desconocido debido a que su lengua es independiente. Las costumbres ancestrales de este grupo étnico se caracterizan por tener una tendencia al nomadismo.

En la actualidad se encuentran en la faja costera del Departamento Antonio Díaz, del Edo. Delta Amacuro, que junto a las áreas adyacentes  del Estado Monagas en los Municipios: Sotillo, Libertador, Uracoa, Bolivar y la Guayana Esequiba forman el habitat Warao.

Los palafitos o hanoko se construyen generalmente a orilla del río. Se caracteriza por un techo a dos aguas cubierto con hojas de temiche cuyos bordes salientes no se recortan, el piso rectangular o cuadrado de estas edificaciones está formado por la corteza flexibles del moriche, colocadas paulatinamente y unidas por acercamiento, en algunos casos el piso puede estar hecho con los troncos cilíndricos de la manaca, dispuestos en la misma forma que las cortezas.

 

 La artesanía del hueso se reduce a la perforación de dientes de animales, los cuales usan en collares o la elaboración de flautas de hueso de venado.

 Los warao aprovechan esencialmente la madera para la fabricación de viviendas, curiaras, herramientas, talla de madera de sangrito, curiararas y remos, y la fibra vegetal para el trenzado de chinchorros y el tejido de cesta, entre otros.

La creencia mágico – religiosa y las prácticas rituales tradicionales, mantienen aún cierto vigor, a pesar de las influencias de otros grupos culturales que debilitan la transmisión del conocimiento mágico-religioso entre generaciones. La actividad política tiene acceso al mundo sobrenatural mediante el wisidatu o wisiratu, que es el especialista en hebu, el hoarotu en hoa y el bahanarotu en hatabu. Estos individuos asumen dentro de la sociedad warao el papel de curanderos. El wisidatu, caracterizado por su bondad, cura la enfermedad hebu y preside un culto de ofrendas de féculas de moriche. El hoarotu y el bahanarotu curan la enfermedad hoa y hatabu y se distinguen por sus intenciones malignas y prácticas maléficas contra los seres humanos. Utilizan en su mundo sagrado cigarrillos, wina de tabaco, guijarros, daunona o talisman, hatabu (flecha), trompeta (isimoi), cascabeles, fósforos, hebu-mataro y un cesto rectangular torotoro donde reposan estos instrumentos.

El wisidatu imparte las instrucciones para que se inicie un baile ceremonial. Este es el momento culminante del culto de las ofrendas de fécula. Los warao expresan en esa oportunidad un sentimiento de regocijo colectivo y kanobo (el anciano wisidatu) rebosa de contento. Los bailarines usan sombreros especiales y se adornan los brazos y piernas con Ataduras colgantes de fibra seca de moriche. Los hombres y mujeres prestan especial cuidado al peinado, pintan sus mejillas y frentes con pequeñas lineas rojas hechas con onoto; colocan los objetos rituales, los hatabu y daunona, explicando sus significados. Los visitantes presiden el baile, sacudiendo los mataros y el grupo de bailarines gira a la inversa de la agujas del reloj. Cada hombre lleva en su mano un largo peciolo de moriche, que le permite llevar el ritmo de la danza golpeándolo contra el suelo. El ruido del mataro marca la cadencia del paso de los bailarines. Luego las mujeres una a una se acercan al centro, bailando al frente de las varillas saltando con los pies juntos, luego retornan a su lugar en el círculo. Hay otra danza entre esta llamada habi-sanuka.- Después los hombres emprenden una competencia entre ellos, una de ellas denominada nahakara.

bottom of page